Estos días circula por internet un texto donde se compara el preámbulo de la Ley Orgánica de Educación (LOE), aprobada en 2006, y el del borrador del Anteproyecto de Ley Orgánica para la Mejora de la Calidad Educativa (LOMCE), recientemente presentado por el ministro Wert.
Del primero destacan lo siguiente:
Las sociedades actuales conceden gran importancia a la educación que reciben sus jóvenes, en la convicción de que de ella dependen tanto el bienestar individual como el colectivo. La educación es el medio más adecuado para construir su personalidad, desarrollar al máximo sus capacidades, conformar su propia identidad personal y configurar su comprensión de la realidad, integrando la dimensión cognoscitiva, la afectiva y la axiológica. Para la sociedad, la educación es el medio de transmitir y, al mismo tiempo, de renovar la cultura y el acervo de conocimientos y valores que la sustentan, de extraer las máximas posibilidades de sus fuentes de riqueza, de fomentar la convivencia democrática y el respeto a las diferencias individuales, de promover la solidaridad y evitar la discriminación, con el objetivo fundamental de lograr la necesaria cohesión social. Además, la educación es el medio más adecuado para garantizar el ejercicio de la ciudadanía democrática, responsable, libre y crítica, que resulta indispensable para la constitución de sociedades avanzadas, dinámicas y justas. Por ese motivo, una buena educación es la mayor riqueza y el principal recurso de un país y de sus ciudadanos.
Mientras que del anteproyecto de ley reproducen el siguiente párrafo (que no es el primero):
La educación es el motor que promueve la competitividad de la economía y las cotas de prosperidad de un país; su nivel educativo determina su capacidad de competir con éxito en la arena internacional y de afrontar los desafíos que se planteen en el futuro. Mejorar el nivel de los ciudadanos en el ámbito educativo supone abrirles las puertas a puestos de trabajo de alta cualificación, lo que representa una apuesta por el crecimiento económico y por conseguir ventajas competitivas en el mercado global.
Muchos andan indignados porque dicen que la nueva ley pretende mercantilizar la educación. Y puede que sea cierto, aunque la estrategia del escrito es algo torticera porque digo yo que, puestos a comparar, deberían haber copiado el comienzo del preámbulo del anteproyecto, que es el siguiente:
Los alumnos son el centro y la razón de ser de la educación. El aprendizaje en la escuela debe ir dirigido a formar personas autónomas, criticas, con pensamiento propio. Todos los alumnos tienen un sueño, todas las personas jóvenes tienen talento. Nuestras personas y sus talentos son lo más valioso que tenemos como país.
Unas afirmaciones que me parecen razonables y que yo podría suscribir perfectamente. Sin embargo, es cierto que en los actuales debates sobre educación aparecen, cada vez más, términos como competitividad, mercado, emprendedor, crecimiento económico… El párrafo en cuestión es un ejemplo. Y me parece muy triste. En primer lugar, no creo que haya que promover la competitividad. O al menos no que haya que hacerlo a toda costa. Quiero decir, que se puede llegar a ser más competitivo bajando los salarios, suprimiendo las vacaciones y aumentando la jornada laboral a diez o doce horas diarias, por ejemplo. O con el despido gratis, como dijo un empresario chino en esta entrevista. Sin embargo, imagino que no es eso lo que queremos. Lo que queremos, supongo, es a vivir bien, entendiendo ‘vivir bien’ como dignamente y con cierto grado de bienestar. Claro que para conseguir este objetivo necesitamos bienes materiales y servicios que son más fáciles de conseguir con algo llamado dinero. Pero el dinero, el crecimiento económico, debería ser el medio, no el fin.Verdad de perogrullo número uno, que con frecuencia se olvida. Cierto es que el anteproyecto de ley habla de promover la competitividad económica mediante la educación, o sea, formando a los ciudadanos para que sean capaces de generar conocimiento y ponerlo al servicio de la sociedad y conseguir ese bienestar del que hablamos. De acuerdo, pero esto ya está inventado, se llama investigación y capacitación profesional, y no hace falta usar la palabra competitividad, que engloba muchas cosas, no todas positivas. En segundo lugar, y ya poniéndome quisquillosa y sacando mi vena hippy, tampoco creo que se deba aspirar al crecimiento económico per se, más que nada porque con un único planeta que explotar, el crecimiento ilimitado es completamente inviable. Por eso deberíamos buscar el modo de que el conocimiento nos permita lograr un cierto nivel de bienestar con un número limitado de recursos. Yo diría que es el momento de empezar a pensar en el decrecimiento, incluso con la que está cayendo… o precisamente por eso.
Builders of tomorrow. Anuncio de Lego. (Imagen extraída de widelec.org)
Volviendo al tema de la educación, creo que es urgente un cambio de paradigma. Con las clases magistrales de profesores de apuntes amarillentos, repetidos año tras año, no vamos a ningún lado. Tampoco con el buen rollo y los talleres de educación emocional. Es necesaria, creo, una educación más orientada a la práctica, de pensar más y repetir menos. Pero, ¡ay! una cosa es esto, y otra supeditar la escuela, o la universidad, al mercado. Los nuevos planes de estudio del grado de Física, e imagino que los de otras titulaciones, incluyen este año prácticas en empresas. Conmigo está trabajando un chico con el que he estado escribiendo software para automatizar cierto proceso. Me ha dicho que ahora, además de estas prácticas, tienen un montón de asignaturas para aprender a manejar distintas herramientas informáticas, e incluso una sobre gestión de proyectos científicos. Yo estoy encantada con el estudiante, que ha resultado ser brillante y voluntarioso, pero me pregunto en qué le enriquece a él la experiencia. Quiero decir, que si uno se matricula en Física, espera aprender física, que es algo para lo que se necesita tiempo y dedicación. Convertir el grado en una especie de formación profesional es estafar al estudiante, que lo que quería era aprender física, y a la sociedad, que está formando técnicos a precio de titulados superiores. Y sobre todo, es equivocar el camino. Todo avance tecnológico lleva detrás un descubrimiento científico. Por ejemplo, la tecnología actualmente usada en discos duros y memorias está basada en un efecto físico puramente cuántico, la magnetorresistencia gigante, que alguien que sabía física tuvo que descubrir y caracterizar. Supongo que es a este tipo de cosas a las que se refieren los que hablan de competitividad en la economía: vender tecnología electrónica es más ventajoso que vender ropa porque todos pueden coser pero sólo unos pocos inventar. Esto no significa que no hagan falta técnicos cualificados, ni que todos los graduados en Física sean capaces de impulsar avances tecnológicos pero, desde luego, convirtiendo la carrera en una FP no habrá ni uno solo que haga. Digo yo que, consideraciones éticas y filosóficas aparte, la idea es que el conocimiento entre en la empresa, no al revés.
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