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El movimiento maker

Cuando yo era pequeña mi padre construyó una barca con la que salíamos a dar paseos en la playa. También instaló una placa solar en la azotea, para tener agua caliente, mucho antes de que se empezara a hablar siquiera de las energías renovables.  Mi madre compra muy poca ropa porque la diseña y cose ella misma. Sin embargo yo, con más estudios, no se hacer (casi) nada útil.

La gente de mi generación, creo, tiene una relación extraña con los objetos. Por un lado, hemos aprendido a depender demasiado de ellos, no sólo para lo práctico sino como fuente de autoestima. Pero por otro lado nos es difícil sentir apego por algo que se compra, se usa, y con frecuencia se tira.  Nos sentimos consumidores más que ciudadanos y como tales sabemos que  tenemos un poder inmenso, aunque a la vez sentimos que quizás es el único que podemos ejercer realmente. Dado el actual estado de cosas, muchos jóvenes se han sentido, en cierto modo, traicionados por la sociedad de consumo. Y cuando comprar está sobrevalorado, dejar de hacerlo puede considerarse un acto de rebeldía. Creo que este es el origen del reciente florecimiento de la  cultura del «hazlo tú mismo» o DIY («do it yourself»). En este contexto surge el movimiento maker, como una extensión tecnológica de la filosofía de la autoproducción.  En realidad un maker no es otra cosa que un constructor o alguien que produce algo, en particular – aunque no necesariamente -, relacionado con la tecnología digital. Siguiendo la filosofía del movimiento maker, en distintos lugares se realizan  ferias Maker,  eventos en los que los aficionados a fabricar productos se reunen para compartir sus creaciones. Muchos aficionados se reunen también en fablabs (fabrication laboratories ) que son espacios colaborativos que agrupan herramientas, materiales y máquinas, para  facilitar la fabricación de objetos o de contenidos digitales a los miembros de una comunidad. El objeto fetiche de los makers es la impresora 3D, que permite crear objetos reales, de plástico u otros materiales, a partir de diseños digitales. La autoproducción de objetos, además de ser un hobby y en algunos casos una necesidad, es un intento consciente de tomar el control sobre los bienes de consumo y, por extensión, sobre la propia vida.

Esta es al menos la lectura que yo hago, aunque esto del movimiento maker bien podría tratarse de una moda y una nueva vuelta de tuerca al capitalismo, donde un cierto sector de mercado busca diferenciarse de la masa por medio de la exclusividad de productos de fabricación propia. Incluso – y no lo descarto – llamar makers a los que, como mis padres, son capaces de producir algunos de los objetos que necesitan cotidianamente, puede ser simplemente una sandez motivada por las ganas de teorizar («ay, mi niña, ¿y eso qué es?» – me diría mi madre si yo la llamara maker). Pero lo llamemos como lo llamemos, saber hacer cosas es útil y es educativo. El conocimiento nos hace libres, y también el conocimiento práctico, que es el que tradicionalmente ha olvidado el sistema educativo español, debido a esa simpatía y respeto que ha habido siempre en España por lo inútil como decía Pio Baroja.

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Portada de un número de la revista Make, que da nombre al movimiento maker.

El movimiento maker tiene un grandísimo potencial pedagógico que es el que me interesa tratar aquí. Por varias razones:

  • Porque tener conocimientos prácticos para saber desenvolverse en la vida debe ser un objetivo de la educación escolar.
  • Porque en nuestra vida cotidiana constantemente hacemos uso de tecnología electrónica – entre otras – de la que somos usuarios pasivos, sin conocer los fundamentos en los que se basan. Saber cómo funcionan los dispositivos que manejamos nos hace menos dependientes de ellos.
  • Porque el proceso de diseñar y crear exige concentración, reflexión y predisposición para la indagación y el juego, que son los elementos fundamentales para desarrollar la creatividad.
  • Porque saber hacer cosas aumenta la autoestima.
  • Porque a través del desarollo de un proyecto prático se  introducen y tratan conceptos relacionados con muchos campos. Por ejemplo, el diseño y fabricación de un dispositivo digital conlleva planificación, manejo de conceptos matemáticos, físicos y electrónicos,  búsqueda de información, que con frecuencia está en inglés, y programación, entre otras cosas.

Aunque se pueden elaborar proyectos prácticos con multitud de herramientas, especialmente interesante para la educación es el proyecto Arduino, que no sólo incluye diferentes microprocesadores de hardware libre con los que diseñar prototipos electrónicos de manera sencilla (aquí y aquí hay dos boberías hechas por mí), sino un software, y una página web con múltiples proyectos y recursos educativos. Recientemente se ha llevado a cabo con éxito en Castilla la Mancha un proyecto educativo dirigido por uno de los creadores de Arduino. También efocado a la electrónica está el proyecto LittleBits, que proporciona módulos electrónicos para niños fácilmente ensamblables con imanes, con los que hacer prototipos. Adafruit es una empresa dedicada a la electrónica educativa y al DIY, fundada por Ladyada, con múltiples dispositivos y materiales educativos. Otro proyecto, en este caso ideado para promover la enseñanza de la informática en las escuelas, es Raspberry Pi. Se basa en miniordenadores que podemos utilizar para desarrollar cosas bastante más complejas que Arduino y que puede utilizar lenguajes de programación de alto nivel. Aunque  programar en un lenguaje cualquiera no requiere realmente tener conocimientos previos que no puedan poseer los niños, un lenguaje de programación especialmente creado para ellos es Scratch. En cuanto a robótica, LEGO tiene la línea educativa  Mindstorms que permite construir modelos de sistemas integrados con partes electromecánicas controladas por ordenador a través de un software propio. Su única pega es el precio, prohibitivo para el común de los mortales. Más asequible es Lottie Lemon, un robot educativo basado en Arduino que ha sido además creado por dos chicos españoles. Otro ejemplo es Linkbot, un robot modular con aplicaciones educativas.

Esto en cuanto a tecnología digital, porque para hacer cosas sólo hacen falta ganas y hasta de la basura se pueden hacer juguetes.

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Apuntes sobre internet

Internet es vista como la biblioteca universal, como la gran panacea para la educación. Considerada por muchos como una tecnología mítica, en ocasiones se olvidan algunos hechos básicos en relación a internet. Por ejemplo:

Internet no tiene realidad etérea: tiene una infraestructura física con ordenadores, cables, fibra óptica, routers

La «nube» no es otra cosa que un montón de servidores que están en algún sitio, de modo que si guardamos datos en ellos los tendrá alguien, normalmente una  empresa, que  estará sujeta a leyes que los protejan, pero no necesariamente.

Una vez que cualquier información se haya difundido en internet es prácticamente imposible borrarla de todos los servicios online. Algunos dicen que perdemos nuestro «derecho al olvido».

Un mundo interconectado no es necesariamente un mundo más libre o más justo.

Internet no elimina los intermediarios sino que estos pasan a ser de otra naturaleza (por ejemplo wordpress y telefónica hace de intermediario entre este blog y ustedes).  Según  Evgeny Morozov, la digitalización hará que aumente, no que disminuya, el número de mediadores en nuestra vida pública.

Los servicios de internet no son neutrales y además, independientemente de lo excelentes y eficientes que puedan ser los libros electrónicos, las redes sociales o los buscadores como suministradores de información, es un error pensar en ellos como simples herramientas con cometidos estables y coherentes (ni menos con efectos claros y fácilmente predecibles), nos recuerda de nuevo Evgeny Morozov.

El mismo potencial que convierte internet en una tecnología inherentemente democratizadora podría ser utilizado ilégitimamente para controlar la vida de los ciudadanos y monitorizar su actividad diaria.

Los contenidos de internet los crea alguien.

Lo que se publica en internet generalmente no pasa por ningún control de calidad. Por lo tanto, no todo es igual de fiable.

Los niños, en general, no son en absoluto críticos con lo que encuentran en la red. Se podría decir que se creen, literalmente, todo lo que leen en internet, como demuestra este estudio (leído en internet). Sin embargo, se les anima a que busquen información online sin haberles enseñado primero a evaluar la fiabilidad de lo que encuentran allí.

Centro de datos de Google en Council Bluffs, Iowa (imagen extraída de la galería del propio Google en www.google.co.uk/about/datacenters/gallery)

Centro de datos de Google en Council Bluffs, Iowa (imagen extraída de la galería del propio Google en http://www.google.co.uk/about/datacenters/gallery)

Saber distinguir el trigo de la paja en internet, es imprescindible para que la información recibida pueda transformarse en conocimiento. Con este objetivo, he creado una lista de verificación para la evaluación sistemática de páginas web. Se puede encontrar en mi otro blog.

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Es la educación que quieren

A veces cometo el error de conectarme a los blogs de algunos de los profesores que tuve en Magisterio. Hoy me he encontrado con este vídeo:

Esta es la educación que por lo visto quiere Fundación Telefónica: una educación subordinada al mercado en general y a Telefónica en particular.

A propósito del vídeo me hago las siguientes preguntas dos punto cero:

¿Por qué los abanderados de la educación 2.0 prefieren acudir a encuentros internacionales en lugar de comunicarse a través de la red? ¿Por qué los que más apología hacen de la red 2.0 jamás contestan a los comentario en sus blogs? ¿Qué es exactamente la escuela 2.0? ¿Por qué Telefónica en lugar de rebajar sus tarifas – que son las más altas de Europa – se dedica a patrocinar vídeos de propaganda?

A mi la red me parece una maravilla y reconozco que las (ya no tan) nuevas tecnologías ofrecen herramientas valiosísimas para la enseñanza. Pero no hay necesidad de dedicar una canción al concepto… a menos que se quiera vender algo, claro.

Post post: Hay que reconocer que la canción es pegadiza.

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La cultura del «copia-pega»

Leo en la red que la nueva tendencia (primavera-verano) para los docentes 2.0 es la de actuar como disc-jockeys de discoteca. La metáfora del DJ, la llaman. El párrafo que sigue lo he copiado de aquí:

(…) Al igual que los DJ que crean su “propia música” a partir de trozos o piezas de otros discos existentes (a partir de su  base de datos musicales o discoteca) creando una experiencia única para su audiencia en una sala de baile, el profesor debiera actuar (metafóricamente hablando) de modo similar seleccionando y mezclando piezas o unidades culturales que están distribuidas por Internet, pero que al mezclarlas en un mismo entorno digital generan una experiencia de aprendizaje específica para su grupo de alumnos. Es la cultura del remix aplicada a la educación donde el docente aparece como maestro de ceremonias o druida que mezcla adecuadamente los ingredientes culturales que habrán de ser experimentados por su alumnado.

Si de lo que se trata es de que el profesor busque contenidos y recursos de distintas fuentes para formarse si fuera preciso y elaborar materiales adaptados a los alumnos y al trabajo concreto que va a realizar, no tengo nada que objetar. De hecho, es lo deseable e imagino que es lo que los buenos profesores vienen haciendo desde mucho antes de que inventara la cosa del dos-punto-cero. La metáfora del DJ, sin embargo, no presupone necesariamente la elaboración de un discurso coherente sino que habla de mezclar piezas o ‘unidades culturales’ (sic). La diferencia no es trivial: el remix no tiene en cuenta las nociones de jerarquía y categorización. Y resulta que el conocimiento no es un puzle que se forma pegando trocitos de información deslavazada: para aprender hay que pensar y para pensar hay que ser capaz de ordenar las ideas de forma coherente. ¿De qué manera puede entonces un DJ ayudar al aprendizaje si no tiene en cuenta la propia idea de orden?

Me resulta paradójico que se hable de constructivismo y de «aprender a aprender» al mismo tiempo que se le da un valor desmesurado a la información, sobre todo si viene de Internet y se presenta en forma de fragmentos dispersos, estén o no previamente sampleados por el profesor-diyei.  Aunque en general creo que doy más importancia a los contenidos de lo que lo hace la pedagogía en boga, pienso también que uno de los objetivos más importantes de la escuela es el de ayudar a formar y ordenar ciertas estructuras mentales necesarias para pensar y asentar los aprendizajes, es decir, para entender el mundo buscando niveles profundos de significado. Y este es un objetivo que dificilmente se puede conseguir hilvanando retales de información. Por algo los griegos consideraban que la retórica, como disciplina que trata de expresar las ideas de forma coherente y ordenada, era un arte. No todas las ideas pueden ser condensadas en piezas. No necesariamente se puede tratar cualquier tema copiando y pegando fragmentos en  un «entorno digital de aprendizaje».

Además, me parece estupendo que un profesor tenga soltura en el manejo de las TIC pero limitarse al contenido que está en la red no es sino otra forma de empobrecimiento. Normalmente los que escriben libros sobre un tema dado profundizan más y son más rigurosos que los que lo hacemos en blogs (aunque hay bitácoras muchísimo más serias que trabajos pretendidamente académicos). Buscar en google es muy cómodo pero si despreciamos los libros de toda la vida  corremos el riesgo de que ocurran estas cosas. Y por último, en todo esto del profesor DJ hay una cuestión ética que quizás se nos escapa: copiar y pegar contenidos de la red no deja de ser una forma de plagio, por mucho que lo asimilemos a un  «maestro de ceremonias» que hace un «remix«. A veces nos olvidamos de que los contenidos de Internet los crea alguien – a menos que se hayan copiado y pegando previamente en un ciclo sin fin, claro –  y lo sano es reconocer, si no la autoría, sí al menos las fuentes. Cuando lo se quiere es educar en la llamada cultura digital, más que saludable es totalmente imprescindible.

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La escala del Universo

«La escala del Universo» es una aplicación muy bonita que permite ver y comparar las magnitudes de todo lo que existe en el Universo (o de lo que las teorías suponen que existe). Moviendo la barra del zoom se puede viajar desde las  partículas más pequeñas hasta las mismas fronteras del Universo conocido. Y si se pincha con el ratón sobre los distintos objetos que aparecen, se abre un cuadro con una pequeña explicación sobre cada uno. La aplicación fue creada – por pura diversión – por Cary Huang con el apoyo técnico de su hermano gemelo Michael, de 14 años. Hay una primera versión del programa hecha por los hermanos Huang hace dos años.

Captura de pantalla de "The scale of the Universe 2" de los hermanos Cary y Michael Huang. Pinchando sobre la imagen se puede acceder a la aplicación.

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Reflexión sobre la huelga y el sistema educativo

A la escuela donde hago las prácticas van otros cinco estudiantes como yo, todos más jóvenes, aunque casualmente algo mayores que el alumno promedio de tercero de carrera. Sé que al menos dos de los chicos han retomado los estudios después de haber trabajado un tiempo en el sector turístico. Pronto nos darán el título así que es previsible que este verano todos empiecen a buscar empleo o a preparar oposiciones. Vamos, que los problemas laborales no les deben de ser ajenos. Pues bien, cuando les pregunté, hace cosa de una semana, si irían al centro el día de la huelga, manifestaron no tener ni idea de por qué se convocaba ni saber qué era eso de la reforma laboral. ‘Yo es que paso de esos rollos’, dijo uno. Es más, tampoco sabían qué era una huelga: a una le causó asombro saber que los trabajadores en huelga no cobran el día no trabajado y otro preguntó si era voluntaria, o sea, si uno era libre de ir a trabajar si quería. Menos mal que son todos nativos digitales(*) y que las nuevas tecnologías han posibilitado el advenimiento de un nuevo tipo de ciudadano más informado y crítico.

Ya sé que una anécdota no es generalizable. También sé que hay gente igual de desinformada, o más, de toda edad y condición (así nos luce el pelo). Pero resulta que la generación de mis compañeros es considerada por los medios como la más preparada de España. Yo creo que son la prueba viviente del fracaso del sistema educativo.

No hace falta decir que lo terrible no es que puedan tener una opinión diferente a la mia, sino el hecho de no ser capaces de formar ninguna en absoluto.

(*) Me he enterado de que los términos ‘nativo’ e ‘inmigrante digital’ están desfasados. Ahora los expertos en TIC hablan de ‘residentes’ y ‘visitantes’ (como los del grupo ‘Calle 13‘ – no sé si se han dado cuenta).

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Viejas tecnologías (III)

Conversación entre el consejero de educación de Canarias y un niño, grabada a micrófono abierto (imagen extraída de archipielagomachango.com).

El otro día fuimos con los niños de Primero a la sala de ordenadores para que practicaran las sumas con un programa didáctico preparado al efecto. Se dedicaron a apretar botones a lo tonto. Curiosamente, ninguno construyó el concepto de suma ni el algoritmo de la adición.

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Soneto pedagógico

He escrito un pequeño divertimento poético que dedico cariñosamente a los pedagogos que he conocido últimamente:

Pedagogo, ¡oh padre de las ciencias!,
visionario, burocrático alquimista,
que tu genio y el de Ausubel nos asista
y podamos evaluar por competencias.

El maestro no ejerce la docencia
convertido en mediador constructivista,
con las TIC fácilmente se conquista
la cumbre más alta de la sapiencia.

Si el sistema escolar fuera nocivo,
si los niños no usasen la cabeza,
y fuera un desastre el informe PISA.

Será que no seguimos con firmeza
los dictados del experto educativo:
si lo ha dicho un pedagogo, pues va a misa.

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Burbujas

En esta entrada iba a hablar de jazz pero me temo que voy a acabar yéndome por las ramas. Pensaba en alguna actividad para mostrar esta música a los niños, desde mi perspectiva, que es la de una persona a la que le encanta la música pero de nulo talento y escasa formación musical. Reflexionando sobre este tema, me he acordado de la primera vez que escuché jazz conscientemente. Fue en la radio. Mi hermana, bastante mayor que yo, andaba siempre con un transistor a cuestas y recuerdo que elaboraba – a mano – una lista con las canciones de cierta radiofórmula. También escuchaba cadenas no comerciales como una a donde fue a leer un poema con el que ganó un premio en el instituto. En una de estas emisoras escuché por primera vez a Sonny Rollins y me maravilló.  Memoricé su nombre pero no volví a saber nada de él hasta años después. Era la época anterior a Internet. Cosas de la vida, hace algo más de un año, Sonny tocó en Barcelona y pude asistir al concierto (la foto es de su actuación – ya sé que no está bien sacar la cámara en un concierto… lo siento, Sonny). Cuento esto, no por el interés de la batallita (que reconozco no es mucho) sino porque me ha llevado a hacerme la siguiente pregunta: ¿enriquece Internet nuestro universo cultural? La respuesta para mí es que no necesariamente.

Sonny Rollins (foto propia)

Internet es una maravilla, sobre todo para los que vivimos en regiones alejadas de los grandes centros culturales. Gracias a la red  podemos escuchar infinidad de música, encargar libros (o bajar e-books, pero a mí los libros me siguen gustando en papel) y ver películas y series de televisión, esto último, además, en  versión original, algo que, al menos en las ciudades pequeñas, es casi imposible por otros medios. Por no hablar del acceso instantáneo a información de todo tipo. De haber existido Internet cuando yo era pequeña, a los pocos minutos de haber escuchado a Sonny Rollins en la radio ya hubiera sabido la vida de este músico, los discos que grabó y podría haber escuchado un montón de temas suyos, por ejemplo en  Spotify (todo legal)… lo que no sé es si hubiera llegado a conocerlo. Quiero decir, que Internet es genial para buscar y profundizar sobre temas que ya conoces pero para conocer algo nuevo, creo, seguimos dependiendo del azar o de que alguien nos lo enseñe. Está bien buscar y escuchar la música que nos gusta pero hay un montón de música que no sabemos si nos gusta simplemente porque no la conocemos. Por eso, yo sigo escuchando la radio y navegando de blog en blog de vez en cuando: siempre hay perlas esperando a ser descubiertas. Pero el caso es que las aplicaciones de Internet cada vez son más inteligentes (bueno, los programadores son cada vez más hábiles) hasta el punto de que los motores de búsqueda guardan nuestras preferencias para ofrecernos solo lo que supuestamente nos interesa. Al final, corremos el riesgo de quedar atrapados en nuestra propia burbuja de intereses. Hay quien ve en esto una nueva forma de censura.

Pienso ahora en las escuelas donde los niños tienen acceso a Internet y por tanto, en teoría, acceso ilimitado a contenidos culturales de todo tipo. Hay más facilidades ahora que en ninguna época de nuestra historia sin excepción y, sin embargo, el mundo de los chicos es en general muy pobre, quizás más pobre que en épocas anteriores (y mira que no me creo eso de que toda época pasada fue mejor). Con la red, los chicos se sumergen en lo que ya conocen y aprecian, lo que suele coincidir, cuando no hay estímulos ni referentes culturales, con los  productos difundidos por los medios de masas y la publicidad para entretener a los niños y adolescentes. Al menor descuido, acaban viviendo dentro de una burbuja que, eso sí, gracias a Internet, pueden amueblar cómodamente y siempre a su gusto. Desde luego  tampoco ayuda la actual corriente pedagógica que dice que los temas tratados en la escuela tienen que ser cercanos a los intereses de los niños. Y es que no dudo que ciertos conceptos se transmitan mejor partiendo de ejemplos y situaciones próximas a su realidad pero, por otro lado, me parece que la escuela tiene la obligación de ofrecerles estímulos diferentes con los que enriquecer sus vidas. Después cada uno acaba formando su criterio, obviamente, y nadie es mejor porque le guste la ópera y no el fútbol  del mismo modo que se pueden adorar los productos Disney y ser una bella e interesantísima persona. Ahora bien, a todos los niños se les debe ofrecer la oportunidad  de ser snobs llegado el caso.  🙂

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Viejas tecnologías (II)

(Extraído de docente2punto0.blogspot.com)

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