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La educación prohibida

Anoche terminé de ver «La educación prohibida»,  una película documental financiada colectivamente  y con licencia libre. El documental gira en torno a una serie de entrevistas a representantes de distintas propuestas  educativas alternativas de 8 países del ámbito iberoamericano. En casi dos horas y media hay de todo: análisis acertados, propuestas interesantes… pero también mucho tópico, mucha reinvención de la rueda y sobre todo mucha consigna new age.  Se ha intentado también conseguir cierta tensón narrativa introduciendo una trama naif con el devenir de unos adolescentes a los que se les prohibe leer un discurso con proclamas tan revolucionarias como «la educación está prohibida» o «nos enseñan a competir por cosas que no tienen valor». Al guión no le falta ningún elemento del género cinematográfico de temática escolar, a saber, un profesor guapo que quiere cambiar las cosas y una profesora rígida de gesto adusto con aspecto de la típica bibliotecaria de película de porno soft antes de quitarse las gafas y soltarse el pelo. Este es el trailer:

La tesis principal de la película es que la escuela esclaviza, que coarta la libertad del niño, impidiendo su desarrollo. Al mismo tiempo, supone que cada niño es un genio en uno u otro campo.  Es verdad que el cerebro de los niños está diseñado para aprender y, en este sentido, un niño comparado con un adulto sí puede ser considerado genio.  Pero el que los niños tengan curiosidad innata y facilidad para aprender no significa necesariamente que la intervención escolar vaya a echar a perder esa potencialidad. Puede ocurrir- y de hecho ocurre con frecuencia – que un mal método acabe anulando las capacidades innatas del niño y matando al mismo tiempo esas ganas de aprender que traía de fábrica, pero de aquí no se deduce que la escuela sea nociva por sí misma, sino que a veces funciona mal.  En este punto, se suele poner de ejemplo a Einstein (este documental también lo cita) que dijo cosas como «la única cosa que interfiere con mi aprendizaje es mi educación».  Lo que nadie piensa es que  puede que esto fuera cierto para Einstein – que era un verdadero genio y es bastante probable que a la edad de 5 años ya supiera más que sus maestros – pero no es ni mucho menos generalizable. Como decía Freeman Dyson, tanta razón tienen los que opinan que los niños necesitan ser liberados de la esclavitud de las aulas para mantener viva su curiosidad y deseo de aprender (que es la tesis de «La educación prohibida») como los que defienden una educación impuesta por una autoridad docente centralizada, porque actúa a favor de la justicia social y de la igualdad de oportunidades. Moraleja: no debemos empeñarnos en tratar al niño como un ente simple en abstracto porque lo cierto es que, no sólo cada niño es diferente, sino que tanto el pensamiento infantil como las relaciones que se establecen en los procesos educativos son de una complejidad extraordinaria. Cada niño individual tiene cualidades complementarias de docilidad y rebeldía. Cada niño necesita disciplina y libertad al mismo tiempo y de una manera u otra los maestros tienen que facilitar las dos cosas. Como es necesario hacer compatible lo que sabemos sobre el aprendizaje humano con un sistema educativo universal, se debe procurar que este sea lo más flexible posible (esta es la tesis que yo defiendo). Para conseguirlo, creo que el maestro tiene necesariamente que improvisar. No hablo de improvisación como falta de preparación o negligencia sino todo lo contrario: tendrá que tener una formación cuanto más sólida mejor porque sólo así podrá dar respuesta a las necesidades de sus alumnos. El escritor José Luis Sampedro decía que cuando creaba un personaje tenía que inventar toda su vida y circunstancias, aunque en la novela sólo hiciera una pequeña aparición. Pues bien, del mismo modo sería ideal que el maestro tuviera un conocimiento profundo de todos los campos del saber aunque en la práctica con sus alumnos quizás sólo vaya a necesitar sacar a relucir una mínima parte. Por todo esto, la de maestro me parece una profesión tan bonita como complicada.

Volviendo al tema de la igualdad de oportunidades, algo que el documental no dice en ningún momento es que el objetivo de un sistema educativo como el nuestro no sólo es educar, sino también tratar de ofrecer las mismas oportunidades a todos los ciudadanos y además servir de árbitro o de aval: por ejemplo, sin el título de maestra no podría ejercer como tal y esto es así porque la sociedad ha confiado en unos profesionales que mediante un proceso más o menos complejo, han certificado mi capacidad para ejercer una profesión. Con esto quiero decir que en los asuntos relativos a la educación, no sólo hay que tener en cuenta las evidencias científicas sobre asuntos como el aprendizaje y el desarrollo del cerebro, sino también cuestiones éticas (aceptamos que todos tenemos derecho a la educación) y políticas o de organización (el estado debe certificar que los ciudadanos cumplen ciertos requisitos necesarios para asumir ciertas responsabilidades). Un buen sistema educativo tiene que garantizar que cualquiera, independientemente de sus origen, sea capaz de llegar adonde su mérito y esfuerzo le permitan  y al mismo tiempo que todos seamos verdaderamente capaces de cumplir responsablemente con las obligaciones que hemos asumido. Nada de esto parece interesar a los creadores de «La educación prohibida». Me escama que los expertos a los que han entrevistado provengan todos de centros privados, experimentales pero de élite (aunque es verdad que si no hay dinero público no queda más remedio que cobrar o trabajar gratis). Quizás por eso se hayan dado el lujo de no hablar de preparación y conocimientos en ningún momento de la película: los hijos de las clases altas de Santiago o Buenos Aires no tienen ningún problema en acceder a los mejores trabajos o de ir a la universidad si así lo quieren porque su mundo está tan alejado al de  las clases populares que es probable que nunca se vean en la necesidad de competir con estas. Quizás esta educación represente un avance en cuanto defensa de las libertades individuales de algunos  – que también lo dudo – pero desde luego es un paso atrás en lo que respecta a igualdad y justicia social. De hecho, en la película se han retratado algunas de las sociedades más desiguales del mundo (premonitoriamente han incluido a España, que va camino de unirse a este grupo porque el fin de la crisis  no será otro que la aceptación de la desaparición de gran parte de la clase media y la degradación de los servicios públicos  y, por tener, tendrá hasta deuda externa) y, sin embargo, nos hacen creer que el único problema de sus sistemas educativos es el supuesto adoctrinamiento de los escolares y la falta de democracia de sus instituciones.

Y llegamos al asunto de la libertad. A este respecto la película llega a una curiosa conclusión: como por lo visto la educación primaria obligatoria y gratuita se introdujo por primera vez en Prusia allá por el siglo XVIII y primero este país y después Alemania fueron los principales responsables de los lamentables episodios bélicos que todos conocemos, se deduce que un sistema escolar obligatorio y gratuito no es bueno. Maravilloso. Me pone de bastante mal humor que a estas alturas del campeonato, desde sectores supuestamente progresistas, se planteen dudas sobre la necesidad de un sistema obligatorio  y gratuito. Creo que el sistema debe estar siempre abierto a la crítica y puede retomarse el debate de hasta dónde debe llegar la obligatoriedad. Una educación obligatoria y gratuita no es suficiente, de acuerdo, pero desde luego es necesaria. El caso es que los entrevistados no dejan de repetir que lo importante es la formación humana, formar en valores. No parecen darse cuenta de que siempre, en todo proceso educativo, va a haber una transmisión de valores, otra cosa es qué valores son esos. ¿Se puede educar en libertad? Pues hasta cierto punto porque por definición educar es imponer. Es ingenuo pensar que un adulto no influye en los jóvenes. Es más, para que el proceso tenga sentido el niño tiene que confiar en el adulto, tiene que reconocer que el profesor sabe más que él y admitirlo como guía provisional en su proceso de aprendizaje. Después podrá disentir llegado el caso, y será bueno que lo haga, pero si, por ejemplo, las normas no se imponen sino que se deciden en asamblea, será porque el adulto así lo habrá querido. Negarlo es engañarse y engañar a los educandos. Llegados a este punto, me pregunto por qué los adolescentes chilenos, víctimas de un sistema autoritario, han sido capaces de hacer dimitir al Ministro de Educación mientras que los jóvenes que han crecido en sistemas aparentemente más democráticos tienen nula conciencia política. ¿Será que en nombre de la democracia se puede manipular de tal manera que ni siquiera se es consciente de que existe tal manipulación?

En definitva, yo soy la primera que encuentra razones para ser crítica con el sistema educativo pero a mi juicio lo que plantea esta película tiene bastante poco fundamento. Como dijo Lluis LLach, «no és això, companys, no és això»

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Esperando a Supermán

«Esperando a Supermán» es un documental de 2010 sobre el sistema educativo de Estados Unidos. Se puede ver entero en youtube, aquí en versión original con subtítulos en inglés y aquí doblada al español de México. Este es el trailer:

Que una buena formación es esencial para mejorar en la vida y un sistema educativo de calidad, imprescindible para que haya movilidad social real, es algo que pocos dudan. Una sociedad sana debe aspirar a la igualdad de oportunidades. Y lo que nos muestra el documental es que tal igualdad está muy lejos de existir. La película hace un recorrido por el sistema público de Estados Unidos siguiendo los esfuerzos de varias familias de pocos recursos por encontrar escuelas adecuadas para sus hijos.  Lo que empieza como un conjunto de historias de superación personal, acaba transformándose en el retrato de un sistema ineficiente para convertirse, finalmente, en la crónica de la resignación. Con sus diferencias, muchas de las cosas que muestra el documental son extrapolables a España que, casualmente, ocupa el puesto inmediatamente superior a Estados Unidos en el ranking PISA (al menos en matemáticas).

¿Conclusiones? Yo me he reafirmado en lo que ya intuía: sin buenos profesores y sin buena gestión, no es posible construir un buen sistema educativo. Claro, que esta afirmación es redundante porque un sistema educativo es esencialmente eso. O es lo que debería ser.

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Verde que te quiero verde

Esta entrada no tiene nada que ver con García Lorca. «Verde que te quiero verde» es el título de un documental del realizador David Benavente en el que se muestra el día a día de un colegio chileno. Casi tan interesante como la película son los comentarios que se hacen al final, entre ellos, los de Inger Enkvist.

En particular, Inger Enkvist habla de la película en este interesante documento:

La imagen que entrega el documental es seductora a primera vista. Casi parece idílica: un profesor de buena voluntad y con mucho corazón, niños tranquilos y contentos y madres entusiastas. El profesor merece un elogio por haber logrado un clima de estudio y de participación. Sin embargo, también se advierte que el profesor está influido por las modas pedagógicas porque afirma que el conocimiento lo construyen los alumnos, a pesar de que se oye decir en el video que los datos sobre el león los han sacado Roberto y su mamá del internet. Pero los espectadores no sabemos si la presentación de Roberto pertenece o no a un estudio sistemático de los animales y si va a haber repaso de los datos. Es decir, a partir de lo que vemos es imposible saber si se trata de un método eficaz de usar el tiempo de los alumnos. Como suelen hacer los profesores que han recibido una formación durante los últimos decenios, el profesor privilegia que los niños elijan sus enfoques y que practiquen el arte de hacer presentaciones. Posiblemente piensa que así los alumnos aprenden mejor. Sin embargo, esto no está probado. También despiertan dudas la variedad y poca profundidad de los temas que se trabajan en los posters. Da la impresión de una falta de cohesión en el planteamiento de la tarea. Podría pensarse que la actividad se hace porque es divertida más que como la conclusión de un trabajo serio. También hay que volver a subrayar que los datos entregados por el video no nos permiten pronunciarnos sobre el efecto a largo plazo de lo que vemos. Lo que el espectador puede ver es un ambiente y unas actividades, no los conocimientos a largo plazo de los alumnos.

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