Después de haber expuesto los resultados del último informa PISA para Canarias, toca ahora discutir las recomendaciones que el equipo de PISA hizo al gobierno de esta comunidad. He seleccionado las que yo considero más significativas (siempre se puede leer el informe completo aquí) centrándome además en los aspectos referentes a la educación primaria. Es sabido que el nivel económico y cultural de una sociedad influye muchísimo en su sistema educativo pero no se puede pretender que la sociedad cambie para cambiar la educación: con suerte, si acaso, podremos conseguir lo contrario. Además, hago mías las palabras de Loiyirga aplicándolas en este caso a Canarias: No se puede pedir a Canarias lo que Canarias no es. Somos quienes somos y hay que saber quienes somos para intentar cambiarlo. Y hay que cambiar lo que se puede cambiar. Decir que la gente debería valorar la cultura, la inteligencia y el esfuerzo es un deseo que quizás explique algo pero que ayuda poco. Por eso yo, como los autores del documento, me centraré en aquello que sí se puede cambiar. En cursiva y negrita están las recomendaciones del informe. Al lado he incluido mis comentarios.
La Consejería de Educación de Canarias debería ceder más competencias a los centros de enseñanza. Salvo en los casos en los que la legislación estatal española exija expresamente aprobar reglamentos y decretos, estos deberían ser reemplazados por orientaciones. Estoy de acuerdo con esta recomendación y más cuando resulta que los tales reglamentos y decretos, no sólo los redactan personas totalmente ajenas a la realidad de las escuelas, sino que están muchas veces sujetos a la improvisación. Por ejemplo, en el centro donde hago las prácticas se planificó el horario incluyendo dos clases semanales de Religión – y la correspondiente alternativa (a la que no se le ha dado nombre) – de 55 minutos cada una, puesto que así lo exigían las normas. Cuando ya había empezado el curso llegó una circular diciendo que la enseñanza religiosa no debía superar la hora y media semanal. Resultado: las clases de esta materia deben terminar 10 minutos antes. Los alumnos de Religión y su alternativa se reúnen entonces para pasar 10 minutos (dos veces por semana) haciendo no se sabe muy bien el qué puesto que ese tiempo es insuficiente para planificar nada con sentido.
La Consejería debería impulsar un examen de las necesidades de papeleo y presentación de informes en el ámbito de la educación, con vistas a su reducción al mínimo; asimismo, debería examinar y simplificar todos los procesos de toma de decisiones que afecten a los centros de enseñanza. (…): Una medida muy sensata con la que creo todo el mundo estará de acuerdo… excepto probablemente los expertos universitarios que viven de diseñar el papeleo y los informes en cuestión.
Debería desarrollarse una cultura de evaluación en Canarias. Los autores de los programas deberían explicar detalladamente qué se pretende lograr con los mismos. Posteriormente, debería evaluarse rigurosamente si se ha alcanzado el objetivo. Sea cual sea el resultado de la evaluación, debería compartirse con las partes interesadas. Me parece bien en teoría pero me da miedo que las evaluaciones se conviertan en una nueva fuente de burocracia inútil.
Como, según los baremos internacionales, Canarias dedica una parte considerable del presupuesto de educación a retribuciones del profesorado, y los niveles retributivos iniciales son extraordinariamente generosos, se recomienda a las autoridades que examinen la condicionalidad de la estructura retributiva del profesorado y los pagos de complementos, considerando la posibilidad de condicionar algunos de ellos al rendimiento o al desarrollo profesional y estableciendo más incentivos profesionales para todo el profesorado. Me sorprende que se hable de retribuciones extraordinariamente generosas cuando tengo entendido que el sueldo inicial de un profesor de primaria no supera los 1500 euros netos mensuales. Algo creo que razonable y más teniendo en cuenta que Canarias tiene la cesta de la compra más cara de España y que la vivienda sigue siendo también muy cara, prohibitiva en según qué zonas turísticas. En cualquier caso, no me parecería mal que existieran incentivos, no necesariamente económicos, según rendimiento profesional.
Fomentar una mayor participación de los padres y de la familia en la vida escolar y en la educación de los niños es muy importante. Deberían evaluarse los programas existentes para comprobar qué es lo que funciona. Los centros escolares necesitan llegar a los progenitores, acogerles, responder a sus preguntas e inquietudes, compartir las pruebas del rendimiento escolar de una forma que los padres puedan entender y tratarles como iguales en la empresa conjunta de ayudar a sus hijos a aprender. La participación de los abuelos y de otros cuidadores también debería considerarse, así como programas para ellos. Otra medida también muy sensata. Sería ideal que los centros escolares promovieran actividades culturales en los barrios. Sé que iniciativas como abrir las instalaciones deportivas a los ciudadanos en general u organizar ciclos de conferencias y cursos dirigidos a los padres han ayudado a mejorar el rendimiento de los alumnos.
Hay una amplia oferta de programas de refuerzo para los estudiantes con dificultades pero nunca han sido evaluados. Deberían serlo tan pronto como sea posible para establecer si están bien dirigidos, si se identifica y se atiende a todos los que sufren dificultades y si los programas están mejorando el rendimiento de los participantes de manera que pueda medirse. Los resultados recabados en el informe PISA sugieren que es improbable que los programas de refuerzo extraescolares del mismo estilo que las clases normales sean útiles, dado el tiempo que ya se dedica a las clases regulares de lengua y matemáticas. La mejor manera de perfeccionar los resultados de quienes se enfrentan a dificultades de aprendizaje es mejorar la calidad de las clases normales. Algo también de sentido común, creo. Lo complicado es ver como mejorar la calidad de las clases normales. Respecto a los programas de refuerzo, en mi clase hay dos niños que separan del grupo general varias veces por semana para recibir apoyo educativo. Pues bien, en las clases de apoyo hacen lo mismo que los otros niños – las actividades de los libros de texto – pero con ayuda. No creo que sea el camino. De todas maneras, con los recortes se reducirá muchísimo el personal de apoyo, así que ya no habrá que preocuparse mucho de este tema.
Debería acometerse una investigación, que incluya encuestas a estudiantes, padres y personal escolar, sobre el modo en que la configuración y duración de la jornada escolar y las largas vacaciones de verano repercuten sobre el aprendizaje de los estudiantes en diversas edades. También deberían investigarse maneras de estimular el rendimiento escolar usando el horario lectivo de que se dispone de manera más efectiva. Cuando salió el informe los periódicos locales sacaron titulares del tipo «Los escolares canarios tienen muchas vacaciones». El documento no dice eso sino que quizás fuera mejor distribuir las vacaciones de otra manera a lo largo del año, algo que en Canarias se puede hacer sin problemas porque los veranos son suaves. Por otro lado, creo que es cierto que los horarios se han hecho pensando en las necesidades de los profesores (los centros públicos) y en las de los padres (los concertados), pero no en la de los niños. Esto algo que sin duda hay que revisar.
Deberían considerarse las escuelas de verano con aportación internacional para los estudiantes con dificultades, cambie o no el modelo de vacaciones. El informe habla de crear escuelas de verano en la naturaleza aprovechando las condiciones favorables de las islas en cuanto a clima y naturaleza, y tratando de atraer a profesionales extranjeros que den un punto de vista diferente. Me parece una idea buenísima y la verdad es que yo me apuntaría a participar en una iniciativa así. Hay que recordar que en Canarias hay bolsas de marginalidad importantes y sigue habiendo niños que pasan los veranos delante de la tele o dentro del Carrefour del barrio. Pero como no hay dinero ni – posiblemente – voluntad, dudo que se lleve a cabo nada parecido a lo propuesto.
Se debería reformar el sistema de contratación del profesorado para poder contratar a más estudiantes en prácticas de entre los licenciados con mejores expedientes y aplicar una serie de filtros que tengan en cuenta las características personales del candidato, tal y como se hace en Finlandia. Las condiciones para la asignación de profesores deberían modificarse para que los directores de
los centros escolares puedan influir en este proceso. Esto es algo fundamental. Los que me leen saben que uno de mis temas recurrentes es la inadecuada formación de los estudiantes que están saliendo ahora (y me temo que antes) de las escuelas de Magisterio y el poco valor que se da a estos estudios en general. Lo propuesto por el equipo de PISA me parece más que razonable lo que ocurre es que en las circunstancias actuales, si se llevase a la práctica, podría ser peor el remedio que la enfermedad. Me voy a explicar llevando el ascua a mi sardina – ya dijo un profesor que mi blog pecaba de falta de modestia así que de perdidos al río: yo creo que estoy bastante mejor preparada que el estudiante medio y sin embargo mi expediente es el tercero peor de mi promoción. ¿Qué ocurre? Pues que los responsables de la Facultad de Educación no están capacitados para aplicar ningún filtro efectivo de modo que cualquier intento de selección realizado por ellos puede desembocar en lo contrario de lo que se pretende. Yo propondría echar abajo las escuelas de magisterio y volverlas a construir. Pero como no se puede, se me ocurre que a lo mejor se podrían ofrecer prácticas remuneradas, o incluso plazas de interinidad, siguiendo un proceso de selección similar al que se lleva a cabo en las empresas privadas (sin enchufismos, a ser posible). De todas maneras, ahora mismo los estudiantes pagamos por las prácticas así que difícilmente van a aceptar ser ellos ahora los que paguen.
Se deberían reformar las estructuras de remuneración y compensación. Se sugieren, entre otros, los siguientes cambios: contar con escalas salariales diferentes y más flexibles, atraer a los nuevos candidatos en función de sus cualificaciones y de los contratos que van a tener, en lugar de hacerlo con puestos de por vida, permitir que los profesores puedan obtener una mayor retribución si logran buenos resultados con sus alumnos o si llevan a cabo tareas adicionales específicas y hacer que los aumentos salariales dependan de la realización de programas de formación continua. Hace algún tiempo escribí que el que la estructura laboral española fuera dual – demasiado rígida para algunos trabajadores y demasiado flexible para otros – combina lo peor de los dos mundos y no ayuda en absoluto a conseguir los mejores profesionales en los distintos campos. Si llegado un momento un profesor considera que la enseñanza ha dejado de motivarle o que por las razones que sea ya no puede ejercer bien su trabajo, es muy difícil que encuentre alguna alternativa decente fuera del sistema educativo. Del mismo modo, cualquiera que decida dedicarse ahora a la enseñanza va a tenerlo muy complicado porque el sistema privilegia a los que ya están dentro de él. Por ejemplo, en este artículo del año 2007, se dice que más del 80% de los aprobados en las oposiciones para Primaria, fueron interinos (la nota para Canarias es muy reveladora). Creo que la movilidad es realmente enriquecedora porque aporta ideas frescas, un punto de vista diferente e ilusión. Sin embargo, en España se suele usar este término como eufemismo de trabajo precario y despido libre.
Habría que poner en marcha un sistema de jubilación anticipada para que aquellos profesores que ya no sean completamente eficaces puedan abandonar la profesión. De acuerdo.
Es necesario introducir mejores incentivos financieros para aquellos profesores que logren mejorar el rendimiento de sus alumnos, el suyo propio o que se encuentren en plazas difíciles de cubrir. No se si financieros pero desde luego que si son necesarios incentivos. Hay centros muy difíciles con alumnos de realidades muy duras en los que no puede trabajar cualquier profesor. Sin embargo, es en estos centros el profesorado cambia constantemente y además en ellos acaban los docentes con menos experiencia ya que los que tienen posibilidad de elegir prefieren escuelas más tranquilas. Yo ofrecería incentivos (por ejemplo en horarios o de formación) para atraer a los profesionales más motivados.
Habría que entablar unas relaciones laborales más estrechas entre las facultades de educación de las universidades y el sistema educativo, incluyendo, en estos casos, la formación continua y la investigación en materia de educación. La formación del profesorado debería ser impartida por personal especializado en pedagogía y con dedicación plena. Esta recomendación parte de la buena fe del equipo de PISA que sin duda piensa que las facultades de educación y los pedagogos españoles son profesionales, digamos, normales. De haber conocido la realidad creo que hubieran aconsejado exactamente lo contrario: cuanto más lejos esté el sistema educativo de las facultades de educación de las universidades, mejor.
Todos los profesores deberían actualizar sus competencias de manera sistemática a través de programas de formación continua. A no ser que se aborde la actual falta de programas de este tipo y la baja participación por parte de los profesores más veteranos que más la necesitan, los estándares escolares seguirán siendo bajos. La formación continua es siempre necesaria pero yo diría que más importante que eso es conocer cómo son los docentes que tenemos y no exigir más de lo que se puede dar. No se le puede pedir peras al olmo… pero los olmos son árboles maravillosos y también nos podemos beneficiar de su sombra. Me explico. En la escuela donde hago las prácticas he tenido que ayudar a más de una maestra a abrir su correo de gmail o a gestionar ficheros en windows. Mi tutora no fue capaz el otro día de ayudar con unos ejercicios de inglés a chicos de sexto. Es evidente que no se puede montar un sistema bilingüe basado en las TIC con estos profesores y sin embargo hay quien sigue empeñado en hacerlo (otra cosa es que quizás tampoco sería bueno, pero este es otro tema). Lo que hay que tener en cuenta son las otras muchas cualidades que sin duda tienen los maestros y diseñar un sistema acorde.
Hay otros temas sobre metodología, modas pedagógicas y filosofía de la educación que influyen muchísimo pero ya los he tratado en el blog y además tampoco creo que sean diferentes en Canarias que en el resto de España así que no me voy a repetir.
Por último, hay un asunto que no se recoge en PISA y que a mí me parece importante. La clave me la dio el otro día una profesora cuando yo me extrañé de que hiciera tanto frío en una escuela situada en un pueblo cuyo clima es excelente. Me dijo que todos los colegios donde ella había trabajado eran fríos y húmedos porque gran parte de las escuelas públicas canarias están construidas en los barrancos, donde los terrenos son más baratos. El centro donde estoy está construido en bancales, con escaleras para ir de un patio a otro y aulas que apenas reciben luz. La arquitectura hace que el sonido de los patios se amplifique de modo que es difícil llegar a estar en silencio en algún momento. Al mismo tiempo, el olor de la comida del comedor impregna todas las estancias. No dudo que haya quien piense que estas consideraciones son una frivolidad. Yo creo que, sin ser ni mucho menos la causa principal del bajo rendimiento escolar, el entorno influye más de lo que queremos pensar. En un ambiente frío, húmedo, oscuro, ruidoso y donde se huele permanentemente a comida, es muy difícil mantener un clima de concentración y estudio. No se pueden echar abajo todas las escuelas para volverlas a construir pero un programa de embellecimiento sería barato y quizás más beneficioso de lo que creemos. Hablo de tener jardines cuidados, plantas con flores y cortinas ligeras en las aulas (una de las clases de sexto de mi centro tiene papel de embalaje marrón en las ventanas), extractores de humo eficientes en la cocina y cosas así. Yo al menos estaría más a gusto.
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