Dos carreras y un máster

Benjamín Serra tiene dos carreras y un máster. Vive en Londres y trabaja en una cafetería donde, entre otras tareas, limpia los baños del local. Esto es lo que contó él mismo en un mensaje que se ha difundido ampliamente por las redes sociales. Todos hemos escuchado historias como esta. Chicos con estudios que no encuentran trabajo o que tienen que hacerlo en condiciones penosas y con sueldos de miseria. España se indigna. Con casi un 60% de paro juvenil hay razones para indignarse, qué duda cabe. A mí también me enfada y entristece que a muchos se les niegue un medio para ganarse la vida, o que haya quien se aproveche de la desesperación ajena. ¿Es esta la queja de Benjamín?

Mensaje de Benjamín Serra, ampliamente difundido en la red. (Extraído de aquí)

Mensaje de Benjamín Serra, ampliamente difundido en la red. Se puede ampliar pinchando sobre la imagen. (Extraído de aquí)

Benjamín podría haber escrito “tengo un trabajo pero apenas gano para vivir” o “limpio baños y no me gusta hacerlo”, sin embargo, lo que leemos es “tengo dos carreras y un máster y limpio WCs”. Es decir, parece que lo terrible no es que existan trabajos duros y mal pagados (entiendo que el de Benjamín es un trabajo duro y mal pagado) sino que le haya tocado a él, que tiene dos carreras y un máster. Dice que no se avergüenza de hacerlo, que limpiar es muy digno, pero que cuando un cliente lo mira por encima del hombro siente ganas de sacar sus títulos y ponérselos en la cara. Por lo visto para este chico sus diplomas no solo avalan cierta cualificación profesional acorde a las dos carreras y el máster que ha terminado, sino que certifican que se ha convertido en un ser humano digno: sin ellos parece que sería lógico que lo trataran mal. Vaya. Por si la idea no hubiera quedado clara, escribe al final del texto: “Yo creía que merecía algo mejor después de tanto esfuerzo en mi vida académica. Parece ser que me equivocaba”. Te equivocabas, Benjamín, te equivocabas. Pero porque tú mereces algo mejor por el hecho de ser persona, no por tener dos carreras y un máster. Todos merecemos algo mejor. Dar por buena la explotación laboral cuando los explotados son otros no es otra cosa que clasismo. Es fácil dar la vuelta a la frase de Benjamín: “no tengo ni carrera ni máster, y por eso limpio WCs”. ¿Significa eso que alguien sin preparación puede realizar un trasplante de hígado, diseñar una central nuclear o gobernar un país? ¿Significa que nadie puede limpiar baños? Por supuesto que no, ni una cosa ni la otra. Significa que nada justifica la explotación laboral, tampoco la falta de cualificación, ni siquiera suponiendo –que ya sería suponer muchísimo– que todos hemos tenido las mismas oportunidades en la vida. Si el discurso del precariado, que tan bien ejemplifica Benjamín, denunciara las malas condiciones laborales en general, me lo creería más. Pero lo que nos cuentan no es que cada uno deba tener responsabilidades acordes a su formación y capacidad –una idea perfectamente lógica y razonable– sino que la dignidad del trabajador depende del estatus social, ya sea heredado o adquirido mediante un título académico. Yo honestamente creo que los trabajos más penosos y alienantes deberían estar mejor pagados que aquellos con mayor margen para la realización personal, a modo de compensación. Lo habitual es lo contrario, desgraciadamente.

En cualquier caso, entiendo el desconcierto de los jóvenes titulados. Hicieron lo que se esperaba de ellos y ahora no encuentran la recompensa que les dijeron tendrían. Este desconcierto, creo, es fruto de un malentendido. Es una idea común pensar en los estudios como una prueba que hay que pasar para disfrutar de una buena calidad de vida. Creer que un título académico es como una valla que hay que saltar para llegar al soñado prado de la placidez laboral. Hace treinta años bastaba con saltar una valla y ahora resulta que ni siquiera pasar tres o cuatro asegura la entrada. De ahí la perplejidad de Benjamín y de muchos otros jóvenes precarios. Sin embargo, aunque parezca una perogrullada, lo cierto es que se estudia para aprender. Ni más ni menos. El estudio es un medio de enriquecimiento personal –por supuesto no el único– y como tal deberíamos verlo. Requiere esfuerzo, claro que sí, pero se supone que es satisfactorio por su propia naturaleza, independientemente de las oportunidades laborales que nos pueda permitir. Nada de esto se comenta en la carta de Benjamín. Por el contrario, da a entender que se ha esforzado mucho, que ha sufrido, y que encima su sacrificio no le ha servido para nada. Está descontento con su trabajo –tiene razones para estarlo– pero podría pensar que al menos tuvo la oportunidad de formarse, de aprender, de crecer como persona, de disfrutar, de enriquecer su vida. No es así y eso me entristece. Su discurso pide un “al menos”, no un “encima que”. También sería posible, por supuesto, que se sintiera decepcionado porque la universidad no dio respuesta a sus inquietudes, porque no cumplió su función formativa. Sin embargo, tampoco parece ser el caso. De hecho, esta es una crítica que se oye muy poco, y desde luego no porque falten razones, como sabe cualquiera que conozca el sistema educativo español.

En definitiva, Benjamín tiene todo el derecho del mundo a luchar, a no resignarse. Él, como tanto otros, merece una vida mejor. Cuenta con todo mi apoyo. Como trabajador, no por tener dos carreras y un máster.

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10 Respuestas a “Dos carreras y un máster

  1. ¡Gracias Cristina por tus reflexiones!

  2. Alienación de libro: la moral del opresor transferida íntegramente al esclavo. Y más grave que el hecho de que alguien con un trabajo precario se lance a despotricar sobre su situación(comprensible, como tú apuntas) es que los partidos políticos hablen de que «la generación más preparada de la historia» está emigrando.

  3. Habitualmente hablamos de las deficiencias de nuestro sistema educativo y nuestro enfoque es desde la perspectivia del estudioso o del docente. Aquí tenemos el resultado en un discente. Es la otra cara del sistema educativo. Y como puede apreciarse ratifica plenamente lo que algunos venimos expresando desde hace tiempo.

    El sistema educativo, la educación, no vale porque forme, porque eduque, porque nos hace más personas, porque amplia nuestra capacidad, porque tiene valor en sí mismo más allá de si puede tener otros valores añadidos y más instrumentales como encontrar una profesión mejor remunerada.

    Vale, al menos esa es la percepción de este señor, porque da títulos, títulos que además asocia a puestos de trabajo. Eso es lo que nuestro sistema educativo vino transmitiendo durante mucho tiempo y esa es una de sus más graves deficiencias, haber convertido al saber en algo instrumental sin valor por sí mismo.

  4. Gracias, Jesús.

    JJ, una cosa es cierta, es absurdo que se invierta tanto en formación para después desaprovechar todo ese capital humano (que feo juntar ‘capital’ y ‘humano’). El caso es que la invesión va fundamentalmente a la llamada clase media, -porque no olvidemos que dos carreras, un máster, x cursos de idiomas, etc… son estudios generalmente subvencionados pero un lujo para muchos-, a la que a veces se les escapa el clasismo por las costuras. En cualquier caso, además de un evidente problema en el sistema educativo, hay un problema de expectativas.

    Emilio, claro que de la universidad debería preparar para una profesión pero este punto parece no contar para nadie. El mismo Benjamín habla de que tiene tales títulos, no que aprendió a hacer esto y lo otro y que por eso es una pena desaprovechar su formación (que lo es). Al final, te hacen creer que los saberes prácticos son de segunda categoría y todos jugamos a estar en el Ágora de Atenas así que se esperaría del estudiante que al menos se sintiera satisfecho intelectualmente. Pero tampoco. Es decir, al final lo que nos queda es que los títulos son símbolos de estatus, con un valor cada vez menor, lo que provoca la frustación de los recién titulados.

  5. Gracias por esta entrada, Cristina. De acuerdo por completo.

    (Muy buena eres con Benjamín, de todas formas. Ver el clasismo desde el otro lado le debería haber enseñado más de lo que lo ha hecho, y a lo mejor necesitaba alguna pequeña colleja para hacerse cargo de sus privilegios de nacimiento)

  6. Estoy seguro de que eres consciente de lo que voy a decir, pero no por ello huelga el aclararlo. Tal vez me extienda un poco, pero sé que aquí eso no representa ningún problema, cosa que agradezco.

    Yo también he pensado muchas veces que los trabajos más duros y desagradecidos deberían ser los mejor pagados. Pero esto plantea muchísimos problemas. Por un lado, y lo digo por experiencia, trabajos que a alguien le resultan insoportables, son perfectos para otros, y viceversa. Es decir, creo que en este tema si se puede hablar tranquilamente de cierta subjetividad en lo que es un «buen» trabajo y un «mal» trabajo. Hay gente que odia estarse quieta diez minutos, y para otros lo ideal es no moverse del sitio en todo el día, a unos les gustan los trabajos monótonos, otros los odian… No obstante esta no es la raíz del problema, el problema es que el precio del trabajo (el salario) lo pone el mercado atendiendo a la oferta y la demanda. Ronaldo no cobra muchísimo porque su trabajo sea muy difícil o sacrificado (que no digo que no lo sea) sino porque lo que él hace, no lo hace nadie más en el mundo como él lo hace. El trabajo de limpiar y poner cafés, lo puede hacer casi cualquiera. Si Benjamín no quiere hacerlo, hay miles que pueden, y eso es lo que devalúa el salario que recibe. Y punto. Esto puede ser injusto, pero a día de hoy es una especie de «ley natural» de la Economía como hay leyes en la física. Su trabajo se ha «comoditizado», es perfectamente sustituible por otro, y eso hace que lo que se paga sea poco. Por otro lado, si quisiéramos pagar más a Benjamín porque consideramos «penosa» su labor, pagándole por ejemplo 3.000 euros al mes, resulta que el negocio se vuelve imposible de rentabilizar, y van a la calle Benjamín, sus tres compañeros, y su jefe. Tal vez Benjamín prefiera tener ese trabajo a no tener ninguno en absoluto (aunque a día de hoy mucho me temo que cada vez habrá más gente que es más desgraciada trabajando que sin trabajar, mientras puedan sobrevivir sin hacerlo).

    Otro tema es el de la educación y las expectativas. La Universidad ha vendido (y vende aún más ahora) que el que más títulos tiene es el que mejor trabajo consigue. Y las estadísticas, lo confirman. Al menos confirman que los titulados sufren menos el paro que los no titulados. No tengo muy claro que la Universidad deba ser el sitio para formar a la gente «en general». Para realizarme intelectualmente, tal vez sea mejor irse a la biblioteca pública, que además es gratis. Además cada vez hay menos diferencia entre las Universidades y las bibliotecas. En mis tiempos, casi todas las clases consistían en presenciar como un catedrático leía un libro y repartía unos apuntes, de hecho en los últimos cursos ni eso, ya se limitaban a poner unos Power Point muy bonitos que les evitaban el tener que leer nada. Luego les preguntabas algo fuera del temario y te decían que lo tenían que consultar, que ni idea, que te darían la respuesta al día siguiente (sí, alucinante, y hablo de una facultad privada para más inri). Aunque esto pasaba poco, más que nada por los alumnos, que estaban allí básicamente para que le subieran la nota por asistencia (cosa que nunca comprendí) y aguantar el coñazo, que estaban allí para aprobar y conseguir el título o para lligar entre ellos y ellas).

    Luego un tema que detecto en España, en comparación con otros países, es que los alumnos no tienen la más pajolera idea de como desarrollar una carrera profesional. Vamos, que se buscan fatal la vida. Y yo creo que eso en parte es fruto de habérselo dado todo mascado, de que no han tenido que agudizar el ingenio para buscarse la vida. En los países del Este, por ejemplo, que son los que más conozco es rarísimo encontrar a alguien con dos carreras en la situación de Benjamín. Allí en el último curso, todo el mundo ha salido al extranjero, y si no les sales nada, cogen dos o tres amigos y se lo montan por su cuenta, se curran un negocio desde la base y a los tres o cuatro años lo normal es que les vaya bien (eso sí, no van a ganar 3.000 euros al mes el primer año, como esperaría un Español). Aquí hay mucha mentalidad de funcionario, de hacer un esfuerzo puntual y luego vivir para siempre de lo que se hizo al principio como por arte de magia.

    En fin, que creo que son muchos problemas en uno los que llevan a esta situación. Me provoca mucha curiosidad si en otros países pasa lo mismo o es un problema típico nuestro.

    Saludos.

  7. Gracias por tu comentario, Aloe.

    Antonio, entiendo perfectamente la mecánica del sistema. Las cosas son como has explicado, pero eso no significa que tengan necesariamente que ser así. La esclavitud también era necesaria para mantener el sistema esclavista y seguro que su abolición trajo consecuencias indeseadas para la economía. Pero la economía no obedece a leyes naturales, no al menos al nivel del que estamos hablando. Un sistema que obliga a las personas a trabajar para poder cubrir sus necesidades al mismo tiempo que les niega el trabajo, es un sistema perverso. Pero bueno, este análisis sale un poco fuera del tema del blog.

    En cuanto a tu segundo punto, estoy totalmente de acuerdo. A estas alturas deberíamos admitir que la universidad no es un templo del saber y tampoco un lugar de capacitación profesional. A ver, matizo, no lo es en el grado que debería ser, o que tradicionalmente hemos supuesto. Me cuesta entender que los universitarios no se rebelen contra eso. Si fueran buscando conocimiento o formación no admitirían que se les embaucara con PowerPoints cutres, con libros malos fotocopiados y con toda la mecánica de la universidad española, que tan bien has descrito. Sin embargo lo dan por bueno. ¿Por qué? Porque lo que han ido a buscar es un pasaporte a otra vida.

    Con lo que dices al final no estoy tan de acuerdo. No sé si esa percepción tuya, compartida por muchos, se ajusta a la realidad. En España hay menos funcionarios que en casi todos los países de la unión europea. El número de autónomos y de pequeños empresarios es también de los más altos (tenía una estadística por ahí, pero no la encuentro ahora). Muchos de estos “emprendedores” son gente que se ha tenido que buscar la vida porque ha perdido la esperanza de encontrar trabajo. Todos conocemos casos así. Pero no nos engañemos, el que haya tantísimo autónomo en condiciones precarias es un síntoma de subdesarrollo, no de lo contrario. En México la única salida para mucha gente es vender cosas por la calle, limpiar zapatos en las plazas o poner un puesto de tacos. Técnicamente son trabajadores autónomos o pequeños empresarios. ¿Es eso a lo que aspiramos?

  8. Puede haber un espacio para el matiz, pero creo que básicamente también estamos de acuerdo en el último punto.

    El que haya esa cantidad de autónomos y pymes, efectivamente es un dato que define la situación de España. Es decir, como el Estado no es capaz de proveer los medios para que las grandes empresas (las que deberían dar empleo de verdad y en cantidad, como antaño) prosperen en nuestro país (salvo contadísimas excepciones que todos conocemos) los ciudadanos se lo tienen que montar por su cuenta.

    Y un dato que se oculta sistemáticamente: la productividad depende en un grado bastante alto de la dimensión de las empresas. A mayor tamaño, más productividad, ya que las grandes empresas consiguen desarrollar economías de escala, y son más intensivas en la aplicación de la tecnología que las pequeñas empresas. La baja productividad española no es fruto de que los españoles nos toquemos las partes bajas más que el resto de los europeos, la baja productividad es consecuencia directa de que el tejido empresarial español está compuesto casi en su totalidad de pymes.

    En fin, podríamos estar hablando de esto durante mucho tiempo.

    Seguro que tendremos ocasión más adelante.

  9. Antonio, estoy de acuerdo con tu comentario. Gracias por pasarte por aquí.

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